Saturday, July 9
PARQUE EN EL CUARTO
Juego mucho en las sombras,
parque en el cuarto,
horario abierto en la oscuridad.
Columpio en el listón de un tiempo envenenado
cada noche o día puertas cerradas.
En su carrocería, el viaje fantasmal
de lámparas y muros,
se estrella en mi última cabeza
que huye rebotando junto con la pelota
negra colibrí, quetzal, gorrión en licuadora
cuyo pico me impregna y me mete un espectro
largo como si fuera un cuello hacia el sol.
Mi farmacia interior, mis grúas de plumas,
mi usb insertada en mi brassier intelectual
registran que los dedos abanico, que un silabario
lógico propone que cama es una cúpula dorada,
la cópula horadada, quieto buque cadena
máquina casa, dique líquido que dice el silabario informal.
Cuando estoy con mis manos y las sombras
pienso en Amanda Baggs jugando con el agua del grifo
que chorrea entre sus dedos.
“Esto no significa nada interesante, dice Baggs,
soy sólo yo interactuando con el agua, viéndola, sintiéndola”
Lo neurodivergente me enseñó muchas cosas
y la profunda sencillez con la que podemos habitar
el flujo, la quietud y lo oscuro.
Aquí soy sólo yo y la luz que habla
por medio de una lámpara, las paredes pantalla
y el aire enrarecido de la jaula.
Mi inconsciente es un parque y mi cuerpo es
un sube y baja, un pasamanos, una resbaladilla. (Carla Faesler)