Monday, December 5
LOS IGUANA Repasa con tu mano las paredes, las puertas, las ventanas, y dime, ¿no sientes que todo es arena milagrosamente conglomerada y erguida en casas, como la mía, antigua, donde mi hermano Valentín cuida el candil como una lámpara votiva? Mi pueblo debe muchísimos años. Todos heredamos esa deuda de tiempo. Vivimos esperando que un día el tiempo penetre como un violento cansancio en la arena, y la arena vuelva a ser fina y dispersa, materia de rápida erosión, desdibujando salas dormitorios corrales el pueblo. Una mañana será bastante para la completa dispersión. Por la tarde despertaremos en nuestra nueva y escueta patria: un arenal y a lo lejos un espino. Ahí pagaremos nuestra deuda, quietamente, pero durando como la iguana gris que sólo baja los párpados displiscentes para ver contra el sol el color de su sangre. Así también nosotros sabremos si la sangre todavía nos circula roja o si ya se nos cuajó negra y muerta. Y si roja, nuestra alegría será íntima y tácita como la alegría de la iguana que no tiene voz para celebrar. (José Watanabe)